¡Qué ganas de perder el tiempo!
Opinión
Por Antero Flores-Aráoz
Si creyeron que me estaba refiriendo a un grupo de vagos que estaban perdiendo el tiempo en una esquina del barrio en que viven, pues se equivocaron.
Algunos habrán pensado que me quiero referir a un grupo de borrachines, con sus cervezas a cuestas, bebiendo hasta la saciedad en la puerta de una cantina. Tampoco la acertaron.
Otros quizás habrán creído que he querido aludir a los ociosos que andan pasando chistecitos, imágenes alucinantes y otras provocadoras, a quienes si valoramos nuestro tiempo pues trabajamos. Igualmente, no la chuntaron.
Me estoy refiriendo a algunos alcaldes y también a sus principales funcionarios ediles, que llevan a sus Concejos proyectos de ordenanzas absolutamente intonsa y, lo peor: totalmente innecesarias, pero lo más triste: les son aprobadas.
Digo innecesarias porque si ya la norma legal de carácter general dispone alguna obligación a los ciudadanos, no tiene ningún sentido que el alcalde, sea provincial o distrital, más su Concejo municipal, dicten norma con el mismo o similar tenor, para regir en la respectiva localidad.
¡Qué ganas de perder el tiempo! Y encima, botar recursos aportados por el vecindario, al publicar la ordenanza o el edicto en el diario oficial “El Peruano”. Papel y tinta innecesariamente gastados y, peor aún, el tiempo que ello significa, que bien podrían ocuparlo en hacer sus funciones ediles sin tales majaderías. ¡Trabajen no pierdan su tiempo!
Ejemplos hay hasta el cansancio, pero me referiré a unos pocos, tanto por razón de espacio como para no cansarlos. Uno de ellos es la disposición, repetida todos los años y, sin faltar uno solo, ordenando que en toda vivienda y en todo local, debe flamear la bandera nacional los días de conmemoración de la Independencia del Perú. Ya lo sabemos, lo hacemos de mil amores, no es necesario que nos lo repitan y no por la repetición vamos a creer que el alcalde es el más patriota del país.
Otra norma es la de la famosa prohibición a todo tipo de discriminación. ¡Por el amor de Dios! ya lo sabemos, está en la Constitución, en infinidad de dispositivos y para ciertos graves casos, hasta tipificada como delito en el Código Penal. Empero, hay distritos como San Isidro, en que nos obligan a los vecinos a poner cartelitos, en el lugar más visible del local comercial o profesional y de tamaño absolutamente desproporcionado, con leyenda que más o menos dice: estamos en el distrito tal y en este local no se discrimina a nadie.
Una última, que ya parece chiste, es una norma municipal de distrito capitalino, que encima se ufana de ser receptor de turismo, en el sentido que está prohibido el castigo físico y humillantes en la jurisdicción del distrito. Ergo querría decir, que en otros distritos si estaría permitido. ¿Cómo se les ocurre tal cosa? O es que no conocen las leyes, nuestros códigos y toda la normatividad que con carácter general ya lo señala. Ya pues, déjense de tratarnos como trogloditas.